Alguno recordará a Kato, el esforzado mayordomo oriental del inspector Closeau que lo mismo le planchaba la gabardina que se liaba a golpes con él. Pues parece ser que no era un caso aislado, sino una profesión en Japón. Y una profesión con futuro en el Asia del Pacífico. La última novedad en esta categoría laboral es un restaurante de Nankin, en la costa este de China. El local, cuyo nombre significa “El sol que se levanta sobre una cólera apaciguada”, permite que los clientes se desahoguen con los camareros gritándoles, insultándoles o… pegándoles. También está permitido romperles las gafas al grito de “¡cuatro ojos!”. No sólo eso, sino que el cliente también puede elegir la indumentaria de su camarero. Puede solicitarle que se vista de mujer para soltarle un “chinita” al más puro estilo Torrente. La cólera se paga entre 50 y 300 yuanes (entre 5 y 30 euros, aproximadamente), en función de lo que quieran hacer. Los camareros tienen una edad entre 20 y 30 años y buena condición física. Además, llevan protecciones y reciben un entrenamiento adecuado para recibir los ataques de la clientela con la mayor cordialidad y un mínimo de dolor.
Yo soy el carmarero y en la puerta le pego una patá en los hue...sos de las espinillas.
2 comentarios:
Martín, seguro que los camareros después de salir del trabajo se toman la revancha con los que antes eran sus clientes. Por otro lado no estaría mal que eso se pudiera hacer con algunos resposables con cargos políticos. De todas formas:
NO A LA VIOLENCIA
Por supuesto que no a la violencia!..pero les recomiendo a todos que hagan jiujitsu para que sepan afrontarla con valentía y responsabilidad
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