“En 30 años de profesión, jamás había visto una cosa similar”. Esta es la afirmación de uno de los miembros del Grupo de Judicial de la comisaría de Latina que participó en la detención de un vecino del distrito que, armado con una pistola simulada, entró en una farmacia para robar... dos cajas de Viagra, el famoso medicamento contra la impotencia sexual masculina. No quería dinero ni jeringuillas. Pero, tan ridícula y absurda fue la situación, que el presunto delincuente ni siquiera logró llevarse las pastillas. Increíble, pero cierto. Tan real como el susto que se llevaron las dos empleadas de una farmacia situada en la calle de José Cadalso, también en el distrito de Latina, que vieron truncada la tranquilidad de un día de diario, concretamente, el pasado 6 de junio, con la irrupción en el establecimiento del español Carlos D. L., de 54 años y empleado de mantenimiento en el Ministerio de Defensa. Como hemos dicho, no quería dinero. Su aparente necesidad era bien distinta. Entró a cara descubierta, sacó una pistola (que luego se sabría que era simulada) y apuntó a las dos mujeres. “¡Quiero dos cajas de Viagra!”, les espetó. Ante semejante intimidación, las dos trabajadoras no se tomaron la situación a broma. “No tenemos”, le contestaron. Pero la respuesta no satisfizo la cólera del sujeto, que volvió a exigirles el medicamento. “¿Cómo que no?”, les espetó. Por fin, una de ellas le aclaró: “Sólo la pedimos por encargo”. La providencia quiso que, en ese instante, entrara en la farmacia otro cliente. Al verle, el ahora detenido depuso su actitud y salió huyendo. Pero no sería la última vez que se dejaría cae por el local. Pasada una hora, aproximadamente, Carlos se presentó de nuevo allí. Su actitud, en ese momento, era muy distinta a la que había mostrado antes. Casi feliz. No se sabe si ya había conseguido la Viagra en otro lugar. En tono de disculpa, llevó dos ramos de flores a las mujeres de la farmacia y les pidió perdón. También explicó que era periodista de una conocida revista semanal de actualidad y que estaba haciendo un reportaje sobre la reacción de las personas que sufrían un atraco. Y se marchó. Gracias a que un testigo tomó la matrícula del coche del detenido, pudo ser arrestado el pasado lunes en las inmediaciones de su propio domicilio. No negó los hechos, pero no entendía cómo se le acusaba de un delito de robo con intimidación en grado de tentativa si había utilizado un arma falsa. Entregó voluntariamente dos, arguyendo que eran con las que jugaba su hijo. Está casado. Su mujer ha declarado que el hombre está pasando por una situación de presión. El detenido asegura que no sufre impotencia.
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